
Una de las funciones del estómago es secretar jugos gástricos los cuales nos ayudan a digerir los alimentos. Sin embargo, pese a su beneficio, el estómago se protege de ellos mediante diferentes mecanismos de defensa, como la secreción de moco. Cuando existe un desbalance entre los efectos protectores y nocivos de los jugos gástricos, se produce una disrupción de la mucosa, que conlleva a una inflamación.
El término “gastritis”, explican los profesionales del Servicio de Gastroenterología de la CURF, es usualmente utilizado para describir esa inflamación de la mucosa que puede producirse de manera repentina (gastritis aguda) o progresiva (gastritis crónica).
¿Qué síntomas puedo presentar en este cuadro clínico?
No siempre la inflamación de la mucosa gástrica presenta síntomas. Sin embargo, cuando lo hace suele manifestarse con:
- Náuseas
- Vómitos
- Dolor o ardor en la parte superior del abdomen
- Sensación de llenarse rápidamente al ingerir los alimentos o que los alimentos quedan más tiempo en el estómago posterior a ingerirlos.
Si presentás algunos de estos síntomas, te recomiendo que visites a un especialista para que te brinde un tratamiento específico según tu necesidad y sintomatología.
La buena noticia es que la mayoría de los cuadros de gastritis no son graves y mejoran rápidamente con el tratamiento. Sin embargo, en algunos casos la gastritis puede producir úlceras y un mayor riesgo de cáncer de estómago, por lo que es muy importante acudir a consulta con un gastroenterólogo ante la persistencia de síntomas o presencia de vómitos con sangre, materia fecal oscura o alquitranada y dolor abdominal intenso.
¿Qué podés hacer para evitar la gastritis?
- Reducir el consumo de alcohol
- Evitar analgésicos
- Realizar cambios en tu estilo de vida: controlar el consumo de alimentos irritantes como picantes, ácidos, grasas y frituras